Un informe de la ONU remarcó la necesidad de una acción urgente para abordar las catastróficas consecuencias del cambio climático
El calentamiento global está teniendo efectos nefastos para las personas y la naturaleza, según la ONU, por lo que es necesario actuar urgentemente para frenar las emisiones y adaptarse a los efectos cada vez más graves.
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El cambio climático pondrá la vida de las personas y los ecosistemas de la Tierra en un riesgo cada vez mayor de catástrofe si las naciones no logran reducir rápidamente las emisiones de gases que calientan el planeta, según un nuevo informe de las Naciones Unidas, que insta a la humanidad a intensificar los esfuerzos para adaptarse y proteger a los más vulnerables.
Mientras el aumento general de las temperaturas sigue desencadenando olas de calor mortales, sequías intensas, inundaciones e incendios forestales devastadores, los investigadores de 67 países pidieron medidas urgentes para abordar la crisis. Muchos de los efectos peligrosos y aceleradores aún se pueden reducir, consideraron, dependiendo de qué tan rápido se frene la quema de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero.
El informe, que fue publicado el lunes por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), documenta cómo los fenómenos meteorológicos extremos provocados por las temperaturas han expuesto a millones de personas a la escasez de agua y a la inseguridad alimentaria aguda, y a una cantidad considerable de especies susceptibles al calentamiento global.
Los científicos señalaron que los destinos de los ecosistemas naturales y las poblaciones humanas están interconectados, que salvaguardar la naturaleza es fundamental para abordar la variación climática y que aproximadamente entre 3.300 y 3.600 millones de personas en todo el mundo son altamente expuestas.
“La evidencia científica es inequívoca: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta”, explicó Hans-Otto Pörtner, copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC, que preparó el informe. “Cualquier retraso adicional en la acción global concertada perderá una ventana breve que tenemos para asegurar un futuro habitable”.
El documento, redactado por 270 autores y aprobado por 195 gobiernos miembros, se centra en los efectos del cambio climático en las personas y la naturaleza, y examina las vulnerabilidades y formas de adaptación para garantizar la supervivencia del planeta para las generaciones futuras. Los investigadores señalaron que las poblaciones especialmente en riesgo están repartidas por todo el mundo e incluyen muchas en África, Asia, América Central y del Sur, así como en naciones insulares.
Los imitadores de la carne utilizan plantas, células cultivadas y hongos para crear productos con sabor a ternera, pollo, cerdo y pescado.
En América Central, por ejemplo, los agricultores están luchando con lluvias más intensas y peores periodos de sequía, indicó Edwin Castellanos, autor del IPCC de Guatemala. “Están perdiendo sus cultivos porque las precipitaciones no llegan a regar sus campos cuando se espera. Los esfuerzos de adaptación deben abordar estos problemas para todos”, destacó.
“Las soluciones efectivas deben proporcionar acciones específicas del sitio. Poner a los grupos y países vulnerables en el centro del proceso de toma de decisiones sobre cómo respondemos al cambio climático puede hacer más resilientes a las sociedades. Necesitamos recordar que somos parte de la naturaleza que nos rodea, y no sus dueños”.
Consideraron que los esfuerzos de adaptación incluyen restaurar las llanuras aluviales naturales para reducir los riesgos de inundaciones, plantar árboles y vegetación para refrescar las áreas urbanas, mejorar la gestión de las tierras de cultivo, mejorar la eficiencia en el uso del agua y desplegar “defensas y endurecimientos costeros” contra el aumento del nivel del mar en las islas amenazadas.
Castellanos y otros científicos señalaron que, en 2009, los países ricos se comprometieron a movilizar 100 mil millones de dólares por año para abordar las necesidades de las naciones en desarrollo para 2020.
“Desafortunadamente, esto no cubre todos los impactos que estamos observando”, afirmó Castellanos. “El costo estimado de la adaptación para los países en desarrollo varía ampliamente, pero es de alrededor de 127 mil millones de dólares por año, estimado para el año 2030”.
Algunos expertos creen que los costos de adaptación para los países en desarrollo podrían ser significativamente más altos. Es probable que las últimas estimaciones generen más debates sobre la responsabilidad de EE.UU y otros países ricos, que representan gran parte de las emisiones de carbono del mundo, para ayudar a naciones subdesarrolladas que sufren los efectos.
Destacaron que, con el aumento de las temperaturas superficiales del planeta de aproximadamente 1.1 grados Celsius (2 grados Fahrenheit) hasta el momento, los efectos dañinos se producen más rápidamente y con mayor gravedad de lo que se había proyectado. “El calentamiento global, que alcanza los 1.5 grados C en el corto plazo, causaría alzas inevitables en múltiples peligros climáticos y presentaría diversos riesgos para los ecosistemas y los humanos”, escribieron los científicos en el informe.
“Las acciones a corto plazo que limitan el calentamiento global a cerca de 1.5 grados C reducirían sustancialmente las pérdidas y los daños proyectados relacionados con el cambio climático en los sistemas humanos y los ecosistemas, en comparación con niveles de calentamiento más altos, pero no los eliminarían”.
“Ha causado daños sustanciales y pérdidas cada vez más irreversibles” en los ecosistemas terrestres, de agua dulce y en los océanos, incluida la muerte de árboles en sequías extremas y eventos de blanqueamiento de aguas cálidas que han devastado los arrecifes de coral.
Intensificada por el cambio climático, la megasequía del oeste es la peor en 1.200 años, según un estudio
Aproximadamente, la mitad de las especies evaluadas en todo el mundo se han desplazado hacia los polos o a elevaciones más altas, según el informe. El calentamiento del planeta provocó cientos de pérdidas locales de poblaciones y aceleró el ritmo de las extinciones.
“Los impactos adversos están mucho más extendidos y son mucho más negativos de lo esperado en informes previos”, remarcó Camille Parmesan, autora principal de un capítulo sobre ecosistemas. Los científicos han documentado en los últimos años transformaciones como el alza de los brotes de plagas de insectos forestales, el aumento de los incendios forestales, el deshielo del permafrost y el secado de las turberas, que están “comenzando a debilitar la capacidad de la biosfera para actuar como un sumidero de gases de efecto invernadero que los humanos emiten”.
Uno de los puntos clave que se destacan en la ciencia, agregó Parmesan, es que la salud y la capacidad de los humanos para lograr un desarrollo resiliente dependen de los ecosistemas naturales. “Mantener el cambio de temperaturas en los niveles más bajos dependerá de que los sistemas naturales estén en mejores condiciones para absorber el carbono, porque las reducciones de emisiones por sí solas no lo van a hacer”, añadió.
Los investigadores consideran que las áreas protegidas en todo el mundo cubren menos del 15% de la Tierra, el 21% del agua dulce y el 8% del océano. Salvaguardar los ecosistemas y la biodiversidad es fundamental para ayudar a mitigar y adaptarse al cambio de clima, agregaron, y detallaron que análisis recientes sugieren que es necesario conservar del 30% al 50% de superficie terrestre y las aguas para mantener su resiliencia.
Las olas de calor extremo han matado a un número creciente de personas en los últimos años, según el informe, y el clima cambiante empeoró la salud de varias maneras, incluida la expansión de áreas donde se pueden propagar enfermedades como el dengue y trayendo padecimientos mentales, como ansiedad, sobre la crisis planetaria. Las tormentas más severas e inundaciones también han cobrado vidas.
“La gente está sufriendo y muriendo en este momento por el cambio climático, y no vemos una inversión que nos prepare para un futuro aún más cálido”, consideró Kristie Ebi, autora principal del capítulo del informe sobre salud y docente de la Universidad de Washington. Hay varias opciones efectivas para adaptarse y ayudar a las comunidades a prepararse mejor, destacó, pero se ha destinado muy poco financiamiento para ajustes sanitarios.
Ebi se refirió también a la ola de calor mortal de 2021 en el noroeste del Pacífico y subrayó la necesidad de estar listos para situaciones más extremas. “Nadie tiene que morir en una ola de calor”, afirmó. “Es de vital importancia comenzar a observar estos aumentos en los fenómenos meteorológicos y climáticos intensos, observar a las personas en peligro, en su mayoría pobres y marginados, y realizar esfuerzos para proteger y promover la salud y el bienestar en esas comunidades. Si no lo hacemos, entonces ya sabemos cómo son los riesgos en el futuro”.
Ebi y otros investigadores notaron que la quema de carbón y petróleo genera una peligrosa contaminación del aire que provoca enfermedades respiratorias y muertes prematuras. Reducir esa contaminación, destacaron, traería importantes beneficios para la salud, y cada incremento en la reducción de las emisiones de carbono ayuda a bajar el calentamiento global. “Cada acción importa”, consideró Ebi, ya sea en transporte, eficiencia energética o edificios bien aislados. “Hay millones de maneras en que podemos reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Y sabemos por informes anteriores del IPCC que, si comenzamos a implementar lo que funciona, podemos avanzar mucho hacia el logro de 1.5”, es decir, el objetivo de limitar el calentamiento a 1.5 grados Celsius (2.7 grados Fahrenheit) por encima de los niveles preindustriales.
Para los científicos, las altas temperaturas ya han empeorado la escasez de agua, dañado la producción de alimentos y perjudicado las ciudades y la infraestructura.
Las urbes, donde vive más de la mitad de la población mundial, enfrentan riesgos climáticos, pero también presentan grandes oportunidades para mitigarlos, como la creación de sistemas de tránsito no contaminantes y la búsqueda de soluciones para enfriar los vecindarios donde las áreas pavimentadas atrapan el calor y crean el llamado ‘efecto isla de calor urbano’.
El informe señala que muchas personas en las áreas rurales del mundo son muy susceptibles al cambio climático, y que los programas sociales, “incluyendo transferencias de efectivo y programas de obras públicas”, pueden usarse para ayudar como parte de las iniciativas de adaptación.
El documento, parte del Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, sostiene que considerar la sabiduría indígena tradicional y el conocimiento local es clave para desarrollar soluciones. Debido a que el cambio de clima exacerba las desigualdades existentes, las decisiones y el financiamiento también deben centrarse en la equidad y la justicia, y reducir los riesgos para los grupos marginados y de bajos ingresos que son los más desprotegidos, agregaron los autores.
Mientras se toman medidas a nivel local para volverse más resilientes, señalaron, el mundo también debe abordar las mermas y los perjuicios causados por el calentamiento que ya se ha producido. “Para las comunidades costeras y de zonas bajas, la intensidad cada vez mayor de las tormentas tropicales y los huracanes, combinados con el aumento del nivel del mar, provocarán pérdidas y daños, a pesar de nuestros mejores esfuerzos para adaptarnos”, explicó Adelle Thomas, autora del informe de las Bahamas. “Y desafortunadamente, estos impactos negativos tienen efectos desproporcionados en aquellos con menor capacidad de respuesta, las comunidades más pobres y desprotegidas”.
Los investigadores creen que las profundas razones de la vulnerabilidad incluyen la desigualdad económica, el colonialismo y la marginación relacionada con la pobreza, el género o la etnia, y que muchos pueblos indígenas son especialmente susceptibles. Entre quienes sufren sequías, inundaciones y tormentas provocadas por el clima a menudo hay personas que viven en la pobreza y sin servicios básicos, así como quienes dependen de la agricultura o la pesca para subsistir.
Entre 2010 y 2020, según el informe, las muertes por inundaciones, tormentas y sequías fueron “15 veces más altas en regiones elevadamente endebles, en comparación con zonas con propensión muy baja”.
En América del Norte, agregaron los investigadores, el cambio climático ya afectó la productividad agrícola y se prevé que reduzca el rendimiento de cultivos como el trigo, el maíz y la soja.
En el oeste de EE.UU y México, según el informe, la intensa explotación de los suministros limitados de agua ha agravado los riesgos, mientras que las sequías intensificadas y la disminución de la capa de nieve aumentarán la escasez del vital líquido, particularmente en áreas con agricultura de regadío extensiva.
En investigaciones recientes, otros científicos descubrieron que el oeste de América del Norte, desde Montana hasta el norte de México, sufre el periodo de 22 años más seco en al menos 1.200 años, y que la “megasequía” empeora significativamente debido a las temperaturas más altas, por el cambio climático.
California se encuentra en un tercer año de sequía extrema, y los científicos estiman que la industria agrícola del estado se redujo el año pasado en unos 8.700 puestos de trabajo, mientras que 395.000 acres de tierras de cultivo quedaron desecas y sin sembrar debido a la falta de agua.
El informe del IPCC espera que el cambio de temperaturas siga desplazando las áreas adecuadas donde crecerán los cultivos en América del Norte, e “intensificando las pérdidas de producción de sembradíos clave”.
“Encontramos que cada mayor cantidad de calentamiento aumentará el riesgo de impactos severos”, destacó Rachel Bezner Kerr, profesora de desarrollo global en la Universidad de Cornell y autora principal de un capítulo sobre alimentos. “Y cuanto más rápido podamos tomar medidas enérgicas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, menos extremas serán las huellas”.
Al detallar la ciencia más reciente, el informe prepara el escenario para la próxima conferencia climática de la ONU, que se llevará a cabo en noviembre en Sharm El-Sheikh, Egipto.
Para el presidente del IPCC, Hoesung Lee, el documento es “una advertencia terrible sobre las consecuencias de la inacción”.
Según John Kerry, enviado especial del presidente Biden para el clima, el informe muestra los principales efectos que ya están ocurriendo y “los terribles riesgos para nuestro planeta, si continuamos ignorando la ciencia”.
“La pregunta en este momento no es si podemos evitar la crisis por completo, sino si podemos impedir las peores consecuencias”, agregó en un comunicado. “Si bien el mundo debe continuar haciendo todo lo posible para limitar el aumento de la temperatura global, tanto a corto como a largo plazo, también debemos prepararnos para los impactos que llegarán con ese planeta más cálido”.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
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